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Como luego veremos, el tema de la llamada es de amplio y rico desarrollo por el gnosticismo. También está presente por cierto en el cristianismo, por ejemplo, en Mt. 22, 14, que alude a la falta de proporcionalidad entre el número de los llamados y el de los escogidos. El poema que sigue proviene del libro La hora violeta (Festina lente, 2010):
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Quién golpea a la puerta
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-…- un poemita, un suspiro.
Respondo a un grito estruendoso con un susurro.
No lo contaré, cuanto silencio
Wyslawa Symborska
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¿Quién golpea a la puerta?
El grito casi abate los cimientos
de la casa terrestre
de esta tierra que apenas conocemos
de su techo de estrellas.
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La llamada a la médula del hombre
sólo conmueve a unos cuantos
unos pocos que transitan
caminos irrisorios
acaso los del santo.
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Anclados en su suerte de certeza
para el resto es suficiente con unas intenciones
pequeños pensamientos como éstos
para nosotros bastan.
Todavía menos.
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Y explota el mutismo como una bofetada
en el rostro de Dios.
Pues sabe de su rostro el enemigo
que quisiera verlo herido
vulnerado de una vez y para siempre.
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Del Señor es el grito.
Él golpea a la puerta con estruendo.
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Responden con fanfarrias rincones y esquinas.
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Mas nosotros apenas
un susurro o un suspiro.
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