Como en la pintura de íconos, es un arte que favorece la imitación en una línea estilística bien definidpor sobre la originalidad.
Se trata de integrar al arte pictórico en un todo con la arquitectura. Las pinturas son parte de la arquitectura, no simples aditamentos. A la unidad de la pintura con la arquitectura se integran asimismo los utensilios sagrados, el mobiliario y la ornamentación en general.
Volvamos a la abadía. He aquí una vista aérea que muestra el entorno en que se encuentra ubicada, en el alto Danubio, en las cercanías del lago de Boden y la Selva Negra.
La consagración religiosa de este lugar se remonta al año 861 en que instaló aquí un monasterio agustino, cuyas vicisitudes son ciertamente el reflejo de los hechos históricos en el mundo circundante. Diez centurias después de su instauración, con motivo del proceso seculizador, en 1802, pasa Beuron al dominio del principado Hohenzollern-Sigmaringen, que el año 1863 es refundado como Abadia de San Martín, cuya misión es la de mantener vivo, después de mil quinientos años, el legado de San Benito.
Aparte de la laboral pastoral en las comunidades aledañas y de las demás múltiples tareas en que se concreta aquí el lema “ora et labora” -las artísticas, entre ellas-, la abadía abre un amplio espacio a la investigación religiosa y humanista, especialmente en los campos de la teología, la historia de la orden benedictina y la historia del arte medieval. Desde 1884 publica la abadía un Misal Romano para los fieles, conocido como Schott, en honor a su primer editor, el padre Anselm Schott.
La abadía recuerda con respeto y veneración a Edith Stein, discípula del fenomenólogo Edmund Husserl que, convertida del judaísmo al catolicismo, tomó los hábitos carmelitas como Teresa Benedicta de la Cruz y murió en el campo de concentración de Auschwitz en 1942, siendo luego canonizada. Ella gustaba del convento como lugar donde encontraba espacio para la meditación y el consejo espiritual, tal como su maestro Husserl y el filósofo Martin Heidegger, quien vivió en la localidad cercana de Messkirch.
Termino así esta serie de notas sobre la abadía de San Martín y el arte de Beuron, que de una forma un tanto revolucionaria pero también característica del tiempo en que surgió, propuso un acercamiento estilizado, simple y hiératico, pero extremadamente expresivo y atractivo, al arte religioso.
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