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El sermón eckhartiano que ahora comento me recuerda cierta enseñanza gnóstica. Creían los gnósticos cristianos en la chispa espiritual que tiene su morada bajo la corteza corporal, en el inconquistable castillo del alma humana; la centella que es la esencia sublime del hombre, su semejanza al mismo Dios inefable, indeterminado, simple, sin modo ni cualidad, de que nos habla el Maestro Eckhart: anterior a la misma creación. También me trae a la memoria el concepto del Tao en la metafísica china: del Uno sin forma, del todo inaccesible para el hombre, que es anterior a todas las cosas y el origen de todo lo creado; que sin embargo de su absoluta trascendencia todo lo atraviesa -y también al ser humano- con la inexpresable eficacia de su espontánea virtud.
Veamos sucintamente qué nos dice el Maestro Eckhart sobre el particular en este homilía, que versa sobre la escritura de Lucas 10, 38.
‘En el alma -nos dice- hay una potencia que no es tocada ni por el tiempo ni por la carne; emana del espíritu y permanece en él y es completamente espiritual’
‘en ella se halla Dios en todo su esplendor y floreciente, en la plenitud de su alegría y de su gloria’.
Lo más hondo del alma -allí donde está radicada esa potencia- es como el reino de los cielos. Allí el Padre, el Hijo y el Espíritu, recíprocamente se comunican su misterio maravilloso -y el misterio del hombre- por toda la eternidad. En dicha potencia del alma ‘se halla Dios de continuo, fosforeciendo y ardiendo con toda su riqueza, con toda su dulzura y todo su deleite’, una alegría y un deleite tan grandes que nadie sabría explicarlos ni revelarlos propiamente.
Si Dios le concediera a un hombre echar un solo vistazo a la forma en que Él se encuentra presente en esa potencia, señala enseguida nuestro fraile dominico, su alegría sería tan grande que podría soportar toda pobreza y todo sufrimiento. Ninguna pena tendría para él significado alguno luego de la dicha que entonces experimentaría. ¡Qué podría importarle después de hallar a Dios en esa potencia como en el ahora que no cesa, esto es, en la eternidad!
Y enfatiza todavía más: En tal caso, todo sufrimiento, toda privación, serían para ese hombre únicamente alegría y sosiego. Pues lo sufriría por Dios. Entonces sabría que ‘cualquier cosa que el hombre sufre por Dios y sólo por Él, Dios se la convierte en liviana y dulce‘.
Tal es la chispa, la centella del alma, la suprema potencia espiritual encerrada en la cárcel del cuerpo, habitando en el alma hombre.
Y si se profundiza todavía más en el dominio de esta potencia, continua el Maestro, hay todavía un misterio mayor, aún más profundo e insondable. Allí, en el núcleo mismo del castillo espiritual, Dios mismo, el Dios creador, tendría que renunciar a todos sus nombres divinos y a toda atribución y cualidad, todos insuficientes, para acercarse siquiera remotamente a lo que allí se encuentra. Lo Uno y el Todo en su común simplicidad, el Ser que es como la Nada, tan distinto al ser que los hombres vislumbramos, lo anterior a la creación del mundo, lo que ‘es’ desde siempre, aquello en que el hombre y Dios son iguales en su espíritu indestructible, florece allí, siempre verde y fecundo. Lo que asegura al alma humana la eternidad.
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El Tao que tiene nombre no es el Tao verdadero - Lao Tse
Dios no es ni esto ni aquello
Él es lo absolutamente simple, sin nombre ni cualidad - Meister Eckhart
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Es tal la seguridad del Maestro de lo que ha dicho, que pone término a su homilía afirmando:
‘Lo que es os he dicho es verdad; os pongo por testigo a la verdad y por prenda a mi alma’.
¿Es que ha experimentado él mismo la verdad de lo que afirma, iluminado y despierto del todo en la consiguiente unión mística?
Admirable coincidencia de espiritualidades: La gnosis. El taoísmo. La teología mística del Maestro Eckhart.
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© 2012 Lino Althaner
Abr 23, 2012 @ 08:28:42
Todo confluye para que entendamos que ES lo mismo, y antes que todo está el TODO, antes que todo ya SOMOS, en un eterno presente sin tiempo.
Un abrazo en XTO que ES antes que todos los padres y profetas..
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Abr 23, 2012 @ 08:40:40
Francamente diré que no me agrada nada la idea de que Dios sea inefable y no tenga nombre propio siquiera, pues entonces no sabría cómo hacer lo que recomendó el apóstol Pablo: “Como hijos amados, háganse imitadores de Dios”. Si fuese inefable ¿cómo podría imitarlo? ¿Cómo conocerlo si ni siquiera tiene nombre o es un “misterio” trinitario? Tal como dicen las Escrituras en texto bíblico que cité en un interesante artículo anterior de esta bitácora, “las cualidades invisibles” de Él se aprecian por las cosas hechas, “hasta su poder sempiterno y dinividad”. Y agrega entonces el apóstol Pablo: “por lo que son inexcusables”, y a continuación señala que tales personas no son merecedoras de la vida eterna debido, precisamente, a que no han llegado a “conocer” a Dios. Cuando uno encuentra por primera vez a una persona lo primero que le pregunta y también dice de sí es el nombre. Luego de leer las Escrituras, el Dios verdadero se me ha presentado con un nombre: Jehová (de una raíz verbal hebrea que significa “llegar a ser” o “yo resultaré ser lo que resultaré ser”, es decir, un Dios de propósito). Y ese libro se halla (aunque lo han omitido muchos traductores) aproximadamente 7,000 veces en los más antiguos manuscritos. El libro de la naturaleza y el Libro por excelencia me hablan de Sus cualidades, pues al ver a mi cachorra de menos de un año me doy cuenta de que Jehová es tierno y tiene sentido del humor. Es, como dicen las Escrituras, “el Dios feliz”. Saludos; tus artículos me resultan interesantes, pues aprendo a ponerme en el lugar de los que no piensan de la misma manera en que yo lo hago.
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Abr 23, 2012 @ 10:51:03
Julio, acepto tus puntos de visto y los respeto plenamente. Por lo demás, estamos de acuerdo en lo fundamental, que es la idea misma del Dios Todopoderoso, que es el Padre Bueno de Jesús. Por si fuera poco, esa idea que expresa Eckhart, que la trae de la teología apofática de Pseudo Dionisio Areopagita, tampoco podría decir que es la mía. Ni menos la definitiva. En estas materias, me siento todavía como uno que está en el camino, en la búsqueda. Ahora, en relación con Jehová, es verdad que hay algunos textos del Antiguo Testamento que no me lo presentan muy ‘divino’, sino más bien ‘celoso’, ‘amante de los sacrificios’, ‘racista’ e ‘impulsor del genocidio’ -como se muestra, por ejemplo, en el libro de Josué. Tan distinto al Padre de Jesús, conocido tan solo por el Hijo. Sin embargo ¿a quién hay que culpar? A Jehová o a los hombres -en este caso, hombres muy antiguos y distintos a nosotros- suelen dorar sus iniquidades con el nombre de Dios que las bendice. Estas cosas, tan por encima de la mente y los sentidos del ser humano -aunque muy cercanas a su espíritu y a su intuición-, suelen separar a los hombres, cuando no son pronunciadas en el ámbito de la tolerancia. Como ello no ocurre en este caso, es un placer conversar contigo sobre la materia. Te agradezco tus comentarios, que enaltecen a este blog. Un abrazo, Lino
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Abr 23, 2012 @ 11:58:24
Me parece que la forma de conocer a Dios es muy sencilla y compleja a la vez. Tenemos el camino, la luz y la vida, y es Jesucristo; nos costará seguirlo mientras atribuyamos poder al mundo. Lo demás, creo, nos pierde, en teologías y explicaciones. Al Padre podemos llegar con Jesucristo, porque él lo ha visto. Como no lo seguimos, nos parece inefable.
Un abrazo para todos en XTO, el hermano.
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Abr 24, 2012 @ 12:07:53
Gracias, Lino. Te entiendo perfectamente. Quisiera corregir un error que cometí en mi comentario anterior. Escribí: “Y ese libro se halla […]”. Quise decir: “Y ese nombre se halla […]”. Saludos, y sigue enviándonos tan interesantes análisis, textos y citas.
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Abr 24, 2012 @ 13:24:47
Así lo entendí, Julio. En relación con el tema, me he quedado pensando. Lo relacionado con la inefabilidad divina, el hecho mismo de aseverar que es ‘inefable’ sería hablar de él, y la verdad es que nos pasamos hablando de él. El mismo Eckhart no hace sino hablar de El. Por ello, seré más cuidadoso en cuanto uso del término inefabilidad, que habría que referirlo más bien a que no es posible hablar acerca de la figura, la imagen o la forma de Dios, desde la perspectiva humana. Un saludo afectuoso.
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Abr 24, 2012 @ 23:20:58
Sólo puedo añadir que el que haya tenido una experiencia mística quizás se siente cómo describe Samuel Taylor Coleridge, “like he on honey dew had fed and drunk the milk of paradise.”.
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Abr 25, 2012 @ 08:35:33
Bellísima cita de Coleridge, el poeta de la ‘verdadera imaginación’, imaginación o intuición que nos transmite la verdad. Gracias, Lilly, por tan hermoso complemento.
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