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. Ausencia
Se vuelven tan extrañas esas voces.
Se oyen si se escuchan tan ambiguas.
El alma cristalina de la piedra
¿quién dialoga con ella en estos días?
o el azul del cielo misterioso.
Yo las voces solía atesorarlas.
Las plantaba en la tierra de mi viejo jardín
y aguardaba el milagro que venía.
Hoy volverlas a la vida.
¿acaso con un canto de otros días
o una idea del todo irracional
con un beso muy dulce y profundo
con un toque sutil de la imaginación?
Con un solo arrebato de locura.
Y las voces se aburren de nosotros.
No las atendemos como es debido.
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Este es un poema más o menos reciente. Su tema se repite con distintas variantes en mis libros y en mis proyectos. (Vuelvo a decirles que tengo uno listo a la espera de edición. Y de editor). Es el tema de las voces a las cuales hemos cerrado nuestros oídos para volverlos al engaño y al ruido.
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Recientemente asistí a una exposición sobre ‘El universo de la India’, que recomiendo fervientemente a mis amigos santiaguinos. En verdad, está referida al universo de las representaciones, preferentemente escultóricas, de las deidades hinduístas y budistas. Me volvió a impresionar la poderosa sensualidad de estas imágenes, su frecuente y opulenta desnudez, la vinculación explícita de ellas con la sexualidad, todas cosas inconcebibles en la religiosidad occidental, tan poderosamente influida por el tabú sexual de origen semita. Desde este punto de vista, el mundo de los indios -y de los chinos- parece asemejarse más al de los griegos antiguos.
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Avalokiteshvara es una deidad budista, un ‘bodhisattva’, esto es, un ser humano que ha alcanzado la iluminación pero ha renunciado a pasar al nirvana en aras del ejercicio de su vocación compasiva por los hombres. Tiene el aspecto de un varón de elegante apostura. A su misericordia multifacética, a la abundancia de sus dones, se debe el que sea representado con muchos brazos. En su tránsito a China el budismo se llevó a también a este ‘bodhisattva’, pero en su nuevo hogar terreno fue imaginado como mujer. Es Guanyin, la misericordiosa, que en Japón es llamada Kannon. De alguna manera el equivalente de nuestra Virgen María por su bondad infinita y su comprensión sin límites por las debilidades de los hombres.
Las pinturas son del pintor chino Zen Hao Dun Huang. ¿Adivinen dónde las obtuve?
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© 2012 Lino Althaner .
May 04, 2012 @ 09:49:03
Lino, tu poema es muy conmovedor , la sensibilidad que existe en cada palabra… espero con ansiedad ese nuevo libro.
Bea,
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May 04, 2012 @ 12:30:25
Tiendo a pensar que, en los comienzos, cuando la vida se expandía en medio de la naturaleza, al amparo y en armonía con el Creador de todo y en unidad; la sexualidad debió ser la forma de vida. Me pregunto quién la encasilló dentro de lo oprobioso, ajeno a la naturaleza humana. Quién incorporó el morbo, como si el cuerpo en su expresión fuera un elemento de vergüenza. Eso, creo, ofende a la Creación (no a la inferior, sino a aquella que se hace desde la Fuente y que las contiene a todas). No tengo dudas que la exhaltación de la sexualidad por parte de las religiones más sabias, obedece a un ideal cósmico, y no es sólo un ideal femenino, lo masculino también importa, y es belleza y es unidad, y es fertilidad y abundancia.
Un abrazo en XTo
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May 04, 2012 @ 12:50:29
Yo siempre he pensado lo mismo. Me ha perturbado mucho esa enfermiza obsesión por lo pecaminoso del sexo en especial. En el sexo, como en todas las cosas humanas, se da la posibilidad del error y del extremo también de la maldad. Pero de ahí al anatema, que nos viene de las palabras del A.T., hay una gran distancia. Jesús no dedicó muchas palabras a esta materia. Y las que dedicó, por ejemplo con respecto a María Magdalena, son lapidarias para la sociedad que condena. Por otra parte, ya ves cómo los indios, los chinos y los japoneses -¡qué civilizaciones!- han convivido siempre con la descubierta sexualidad de sus dioses, sin tener por ello la tendencia al libertinaje que caracteriza a Occidente, y lo peor, una tendencia especial a hacer del sexo -algo sagrado- pornografía y bestialidad. Además, esa obsesión por el ‘pecado del sexo’ tiene el efecto de que solamos pasar por alto otros comportamientos desviados -por ejemplo, en el campo económico-financiero- que pueden tener efectos muchísimo más desquiciadores para los seres humanos, las familias y la comunidad.
Bienvenido tu comentario.
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May 21, 2012 @ 13:04:54
Totalmente de acuerdo… el sexo en oriente no es pecaminoso como suele ser a los ojos de occidente, el sexo es parte de nuestra vida y se ha de de amar no con obsesión, sino que con dulzura y sensualidad a la vez. Estoy segura de que comnoces el libro El Tao del sexo y el amor, allí se puede comprobar como se deben entregar dos cuerpos sin lascivia ni la preocupación de ser “condenados por el pecado mortal”
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