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Hay ocho vicios en lo que toca a los hombres, y cuatro males en lo tocante a los negocios, que no se pueden dejar de examinar muy a menudo.
Estos son los ocho vicios:
Hacer lo que no se debe, llámase
‘monopolizar’;
aconsejar a quien no tiene interés en ello, dícese
‘hacer retórica’;
hablar por complacer, se llama
‘lisonjear’;
hablar sin distinguir lo verdadero y lo falso, se llama
‘adular’;
tomar gusto en hablar mal de los demás, se llama
‘murmurar’;
sembrar la cizaña entre amigos y la discordia entre parientes, dícese
‘perturbar’;
proferir hipócritas alabanzas y lanzar calumnias por causar mal a otro, se llama
‘obrar con malicia’;
acomodarse con doblez a la gente, sin distinguir lo bueno y lo malo,
para arrebatarles secretamente lo que se desea, se dice
‘ser caballero de fortuna’.
Estos ocho vicios, por fuera trastornan a los demás, y por dentro causan daño a la propia persona.
A quien los tiene, el hombre de honor no quiere por amigo, ni por consejero el soberano.
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En cuanto a los cuatro males, son éstos:
gustar de tratar los grandes negocios, y pretender cambiar lo establecido y habitual
por cobrar mérito y nombre, a lo que se llama
‘ambición’;
estar seguro de la propia inteligencia, querer ocuparse de ajenos negocios,
pisoteando los derechos de los otros, por obtener propio provecho,
a lo que nombran
‘codicia’;
no enmendarse después de ver las propias faltas, y tras una amonestación
comportarse aún peor, a lo que llaman
‘contumacia’;
aprobar a quienes son del mismo parecer, y a los que no lo son, aunque sean buenos,
no tenerles por tales, a lo que se llama
‘orgullo’.
Estos son los cuatro males.
Sólo a quien es capaz de abandonar los ocho vicios y evitar los cuatro males,
sólo a él se le puede enseñar.
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Estas palabras las escribió nuestro amigo Chuang Tse, el sabio maestro taoísta, hace bastante más de un milenio. Enseñanzas que parecen tan veraces, que siempre ha parecido tan urgente prestarles atención, que son tan sumamente actuales. Debemos atenderlas si queremos los hombres cambiarnos nosotros mismos. Porque sólo una vez cambiados nosotros mismos, sólo entonces estaremos en condiciones de cambiar al mundo para bien. Lo demás son pamplinas, castillos en la arena o en el aire.
Una y otra vez, esta clase de enseñanzas, el viento se las lleva. Válidas para cambiar a la persona, para consolidar su espíritu y edificar el alma del hombre aislado. Tal vez. Pero inútiles hasta el momento para mejorar al hombre en sociedad, a la multitud, al hombre adocenado, manipulado e instrumentalizado por siniestros mecanismos de obscuro poder.
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May 13, 2012 @ 22:34:32
He quedado esta vez sumamente impresionado. He hallado en estas palabras verdades grandes y consejo práctico que mueve a la reflexión. Gracias Lino por esta muy didáctica lección de humildad. Saludos desde Guatemala.
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May 13, 2012 @ 22:42:27
Bueno, es la sabiduría de los antiguos chinos, que no sé si los chinos de ahora sabrán mantener, apreciar o aplicar. Gracias a ti, Julio, por el comentario. Me acordé de tu tierra hace unos días, viendo unas fotos de los caminos floridos de Ciudad Antigua para la Semana Santa. Felicidades. Lino
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May 14, 2012 @ 04:46:58
Siempre me ha interesado el pensamiento profundo, capaz de llegar a cambiar al hombre si se aplica con devoción y prudencia.
Lamentablemente, no son muchos lis que intentan cambiarse para ser mejores personas y contribuir a un mejor mundo.
Muy buen post.
Con permiso se lo reblogo en mi biblioteca.
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May 14, 2012 @ 07:07:03
Te agradezco el comentario. Encantado si lo reproduces. El maestro Chuang Tse estará encantado. Saludos. Felicidades. Lino
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May 14, 2012 @ 04:47:47
Reblogged this on La Biblioteca del Fauno.
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May 14, 2012 @ 12:25:13
Los jóvenes chinos de hoy ya no tienen algo de la antigua filosofía de vivir en armonía con el Todo. Es lamentable pero se han occidentalizado tanto que ya no hay diferencias en sus formas de concebir la vida sino, sólo en sus costumbres y comidas.
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May 14, 2012 @ 12:39:29
¿Y cómo será el problema de pérdida de cultura tradicional en Japón? La lectura de Haruki Murakami -por ejemplo, ‘Crónica del pájaro que da cuerda al mundo’ y ‘Kafka en la orilla’, que te recomiendo- te dan claves sobre el particular, que habría que interpretar con detención.
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May 15, 2012 @ 11:15:20
La cultura tradicional se está perdiendo en toda la humanidad a manos del materialismo consumista, vibraciones bajas y grises que tratan de evitar nuestro entendimiento… de nosotros mismos. Japón no es excepción; la tecnología es muy buena siempre que la utilicemos para aprender de nosotros mismos y no para vender más. Así, las pocas costumbres del pasado que aún se mantienen, son sólo costumbres y no filosofías de vida, por lo que son huecas (aunque tienen su lado positivo).
Buscaré las lecturas.
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May 15, 2012 @ 11:37:52
Los dos me parecieron muy buenos. Realismo y fantasía que combinan en el medio cultural japonés. Con muchas referencias a la cultura pop y a las costumbres actuales, interactuando con una tradición autóctona. Buenas lecturas, para mi gusto.
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