Pitágoras relata cómo ascendió tan alto su alma hasta llegar al mundo superior. Dada la pureza de su ser y el poder adivinatorio de su corazón, podía escuchar las melodías de las esferas y las sonoridades causadas por los movimientos de los cuerpos celestes.
Suhravardi (1155-c.1200)
Jacob tuvo un sueño. Soñó con una escalera que estaba apoyada en la tierra y cuya cima tocaba los cielos. Y observó que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella… Despertó luego de su sueño… y pensó…:
“Qué temible es este lugar! ¡Esto no es otra cosa sino la casa de Dios y la puerta del cielo!”
(Génesis, 28, 12)
William Blake pensaba en los canales del oído humano como una “escalera en espiral sin fin que lleva hasta el último cielo”. Se refiere más que a nuestro puro oído físico, a nuestro oído interior, el único apto para captar la armonía de las esferas superiores. Para su contemporáneo Swedenborg, la apertura del oído interno era una condición necesaria para la toma de contacto con los mundos superiores.
Imposible no imaginarse a esos ángeles que suben y bajan la escalera de Jacob, sino en el entorno de una música inconcebiblemente bella y cantando himnos sublimes de alabanza al Creador. Jacob los ha de haber oído, a no dudarlo, y no solamente los sonidos emitidos por los cuerpos celestes en su incesante giro sino también la misma música de la casa de Dios. Quedándose asustado de tanta belleza. Tal vez Pitágoras también.
Blake aspiraba a escuchar los sones de esas divinas armonías e inefables melodías.
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En el Poimandres, libro emparentado con el gnosticismo que es atribuido al mítico Hermes Trismegisto, se dice acerca del viaje póstumo del alma en su intento por regresar a su patria de origen, con ayuda de la Armonía. Y, por supuesto, también ese viaje ascensional tiene una relación con la música. Es el más alto Intelecto, personificado aquí en el Pastor de los Hombres -que tal es el significado de Poimandres-, el que describe como el alma se desplaza a través de las esferas armónicas de los siete planetas, tratando de superar el peso de los vicios y tendencias negativas que la limitaron en su vida terrenal.
Una vez superadas las pruebas a que es sometida, entonces, el alma
desvestida de cuanta energía le fue conferida por la Armonía, y enfundada en su propio poder, entra en la Octava Esfera. Canta ahora con los seres que allí se encuentran, loando al Padre, y regocijándose por su llegada. Una vez hecho igual a sus compañeros, puede también oír los Poderes por encima de la Octava Esfera cantando su hermoso himno a Dios.
Hay que suponer que tales Poderes son equivalentes a las Musas y otros sublimes testigos del Dios Uno, “que habitan en una región sin tiempo más allá de las estrellas fijas. El alma desencarnada atraviesa entonces dos reinos musicales: primero el de la música mundana -esto es, de los mundos superiores- y luego un cuarto reino, al cual puede llamársele inteligible, arquetipo o angélico” (Joscelyn Godwin, La cadena áurea de Orfeo, Siruela, 2009).
Creo que habría que llamarlo divino.
Pues allí se escucha la música como Dios manda.
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© 2014
Lino Althaner
Ago 27, 2014 @ 09:19:06
Las puertas de la percepción, de las que Blake hablaba, eran esa capacidad que en unos pocos se da, para percibir toda una realidad más allá de nuestro habitual entorno físico. Algunos estudiosos del cerebro y de la mente han identificado ciertas áreas de ese órgano en las que pueden desencadenarse fenómenos extrasensoriales, bastante propios en las mentes antiguas, que eran más impresionables y dadas al asombro. Esas áreas están, en la mayoría de los casos, desactivadas neurológicamente, y ha debido ser así como consecuencia del desarrollo de la mente analítica moderna, muy dada a las clasificaciones y a los juicios.
Tiendo a pensar que las experiencias místicas tienen mucho de esto y todas parten de los mismos supuestos. Se describen sentimientos de desapego, de unión con un todo extraño y cálido; existe el convencimiento de presenciar una realidad incluso más concreta que la conocida. Algunos lo logran con meditación, otros con ayuno (privan al cerebro de glucosa por un determinado espacio de tiempo), otros se apoyan en sustancias alucinógenas, que producen el mismo efecto neurológico (V. “Las Puertas de la Percepción” de Aldous Huxley). En suma, pienso que la experiencia mística es física y a la vez espiritual, y que la recuperación del reino tiene que ver, en gran parte, con la activación de un cerebro capaz de alcanzar esas realidades.
Todo se explica a partir de una causa, el fenómeno existe, puede explicarse con la razón, pero las preguntas que me hago son ¿de dónde viene? ¿cuál es el sustento del mismo? Su perfección no está, por ahora, al alcance de la razón.
No es que Blake fuera solo un poeta romático, muy dado a la fenomenología natural o pastoril, con inclinaciones espirutuales en contraposición a lo racional propio del “Siglo de las Luces”, que terminaba en la época en la que le correspondió vivir. De hecho lo era, pero su percepción pudo estar expandida, cercana a las puertas del reino.
Con el profundo sentimiento de admiración que me provoca este cristiano verdadero, que sentía al hermano presente en su vida, me despido querido Lino, con un fuerte abrazo en XTO.
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Ago 27, 2014 @ 14:19:17
Excelente tu comentario, que complementa buenamente este artículo, que considero complementario al que dediqué a la “Música de las esferas”. Se explica que la música ocupe un lugar importante en las experiencias místicas, pues se trata de la expresión más abstracta de la actividad artística del hombre, y es por ello que tiende a la armonía sublime que regocija al ser humano en su integridad.
Espero, mi tan apreciado amigo, que tus colaboraciones se vuelvan más frecuentes, pues enriquecen sobremanera este sitio.
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Dic 16, 2014 @ 11:49:01
I wish I understand the language but I do like the work of Blake.
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