La subordinación y la autonomía absolutas tienen lugar al unísono. Así, en su ensayo La libertad del cristiano pudo afirmar Martín Lutero:
El cristiano es un hombre libre, señor de todo y no sometido a nadie,
y al mismo tiempo
El cristiano es un siervo, al servicio de todo y a todos sometido.
Comenta sobre el particular el filósofo japonés Keiji Nishitani en su obra La religión y la nada:
Porque, sólo quien regresa a la fe en el fundamento de Dios y recibe la libertad como señor sobre todas las cosas, puede convertirse en siervo de todas ellas allí donde niega su yo y su autonomía como sujeto. Y a la inversa: sólo aquel que ha negado su yo y puede ser siervo de todas las cosas, es capaz de ser, en el fundamento de Dios, señor de todas las cosas…
Un punto de vista como éste se revela a través de una negación absoluta que hace del yo una nada cuando regresa al fundamento de Dios, y a través de una afirmación absoluta por la que recibe la vida en el amor de Dios.
La razón y la intuición me dicen de la verdad de las afirmaciones anteriores. De serlo, no serían válidas tan solo para el cristiano: que sometido al suave yugo de la negación de sí mismo y del servicio a los demás, sería capaz de alcanzar la suprema realidad, la que otorga el dominio sobre todas las cosas y la completa libertad. Que el anonadamiento en el inefable fundamento de la divinidad engendra señorío. Que el completo señorío exige anonadamiento y genera máxima disponibilidad.
Una voz potente me dice que sí:
Que en el vacío de mí mismo, allí puedo encontrarme con el reino de los cielos.
Que en la servidumbre descubriría la entera libertad.
Que solo hallaría auténtica plenitud en el anonadamiento.
La paradoja está en la esencia de la fe, y no sólo de la cristiana. La violencia de la paradoja, de la cual tantos ejemplos se podrían traer a colación -posiblemente, en un artículo futuro, sirve al propósito de entender la extremidad de la exigencia religiosa cimentada en el amor y la compasión.
Imitar al Señor es vivir la sublime paradoja,, la redentora contradicción.
♣
© Lino Althaner
2014
Nov 11, 2014 @ 03:53:20
El amor y la compasión va en la persona, en su Esencia, en su Yo, incluso sin tener nada que ver con lo religioso, quien padece este síntoma es en parte cautivo de sí mismo, le es imposible apartarse de este sentimiento y al mismo tiempo ese mismo proceder le genera alas de libertad. Una obra que siempre me gustó de Benito ´Pérez Galdós ” Misericordia”, y el final de la obra de Miguel Delibes ” El Hereje” es impresionante, la última página, viene a decir que los Humanos nos equivocamos pero el Ojo de Dios, no se equivoca nunca.
Es un artículo muy comprensible, aunque haya paradoja pero se puede dar ser siervo y libre, ¿ siervo de qué o quien? y libre ¿ con respecto a qué o quien?, posiblemente la propia naturaleza es sierva y libre al mismo tiempo.
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Nov 11, 2014 @ 21:35:38
La servidumbre que da dominio genera santidad.
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Nov 11, 2014 @ 14:00:05
Decía el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, sensatas palabras siempre expresadas por este gran autor,buena persona: ” La fe nunca es inútil, Enrique…La fe mueve las montañas y produce las señales. Por su poder vivimos”. ” Buscad, buscaos en el fondo de los ojos la fe del uno en el otro…Y tal vez os salvéis”.
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Nov 11, 2014 @ 21:43:32
Buscar la fe en los ojos del otro, no parece carece de sentido, si suponemos la exitencia del fenómeno psíquico de lo inconsciente colectivo, archivo de formas, de figuras, de arquetipos, que comparte la especie humana. C.G. Jung, el psicólogo que dedicó buena parte de su vida al mundo de lo inconsciente colectivo, era de opinión que el arquetipo o modelo espiritual depositado en el inconsciente colectivo de todo hombre occidental es, quiéralo o no, el de Jesús de Nazaret, el Mesías de los cristianos.
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Nov 15, 2014 @ 05:48:29
¡Qué mal nos han enseñado la religión¡ Recuerdo las clases de religión donde se estudiaba la doctrina católica de pe a pa. Y como estos conceptos de los que hablas se pervertían. La reflexión que tan bien has expuesto y que me ha hecho respirar hondo, nos era explicada como sometimiento, anulación, aguanta lo que sea, no te reveles, soporta lo que te toca y además humillate, perdona, disculpa… y ahí se perdía la verdad, que yo también intuyo, de la hablas.
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Nov 15, 2014 @ 12:47:42
Así es. También tengo recuerdos acerca de mis primeros maestros religiosos. Ese afán de inculcarnos la culpa, derivada de la imagen de un Dios en extremo riguroso y, si se quiere, falto de misericordia. Rastros de esas enseñanzas nos quedan a nuestro pesar. Por otra parte, qué contradicción entre la sublimidad de la enseñanza de Jesús, que también enseñaban, con su propio comportamiento.
Superamos, sin embargo, tales experiencias, si atendemos serena y profundamente a lo que ocurre en lo profundo de nuestra mente y en nuestro corazón. Allí se encuentra la luz que nos guía.
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