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El hombre es una descendencia por llegar
Ángel por sabiduría y por iluminación
él no vive como la hierba
él no es posesión ajena como el trigo
pero él está vivo como su propia alma
poseedor cuya posesión abarca la tierra y a veces el cielo
su cabello es la vegetación
su cuerpo los climas
sus venas los ríos
sus manos dos alas para caminar en el espacio
él, tierra en apariencia, mar en su fuero interno
Lávate para que pueda darte nombres nuevos
¡Sal a la tierra, oh niño!
Adonis
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Uno a uno desciende los peldaños
atraviesa las esferas
y accede a la humildad de mi morada.
Muy luego verás en el camino
mis huellas estampadas en la nieve.
Visita mi casa.
Todo en ella te espera.
Asegura el nuevo nombre.
Dale a mis manos tu fuerza.
Visita mi mente ¡oh Invitado!
No hacia el ruido.
Estoy vuelto hacia el silencio
y espero impaciente
junto al fuego y al agua de la fuente.
Así pues desciende.
Ven a verte a ti mismo.
A verte en mis arrugas
en mi pelo blanco.
A verte en mi silencio.
A verte en mi locura ¡oh Invitado!
Visita mi casa
y en nombre de la rosa enamorada
despierta la hermosa rebelión.
El día en que el nombre recupere
que me fuera arrebatado
o más bien que yo mismo abandoné.
Dale a mis manos la fuerza
que redima a la rosa purulenta
de la fácil potencia del gusano.
Y quédate en mi casa ¡oh Invitado!
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La primera parte de está entrada proviene de los libros Singulares y Este es mi nombre, del gran poeta sirio Adonis (Ali Ahmad Said Esber, 1930).
La segunda corresponde a un proyecto mío, en proceso de elaboración.
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© Lino Althaner
2012