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Construimos nuestros castillos sobre rocas. Pero las rocas sobre las que contruimos, ¿en qué se sustentan?
Me sigo repitiendo. Nuestras locas correrías navideñas me hacen regresar a mi obsesión. La urgencia de las horas, el tiempo hecho dinero y préstamo a interés, cómo nos quiere devorar. Cómo nos quieren manejar los que orquestan esta música nefasta. Y allí vamos, corriendo agitados, derrochando nuestra esencia de hombres, marionetas. Detrás de los regalos. Detrás de nuestros egos, que no quieren claudicar. Luego se volverán paquetes bien envueltos y luces intermitentes. Beberemos champán con música en inglés, apropiada para la ocasión. Mientras alguien espera que celebren su cumpleaños. Como se debe.
Recuerdo una vez más
Lo que dicen las horas
Poblador de la niebla
habitante del tiempo
no te dejes atrapar por el camino
que las horas pavimentan
tú que hurgas en las sombras
que se visten a la moda
y en las formas y sones y colores
no preguntes a las horas
pues las horas qué te dicen
que se encuentra el meollo en la corteza
que manda la letra
que impera la verdad en un peso de oro
la justicia en un decreto
que no hay paz sino en la guerra
que se halla en la cloaca la estrella de oriente
la beldad en el chiquero
y el cielo en los punteros del reloj.
Nuestras construcciones tienen raíces poderosas. Pero sus raíces, ¿se arraigan con fuerza en la tierra?
El cielo no se halla en los punteros del reloj. Ya lo he dicho más de una vez en este blog, que se pone de repente majadero. No se halla en el tiempo ni en el espacio. En los relojes, el infierno más bien tiende a hacerse realidad. Pobladores de la niebla, eso es lo que somos en nuestras locas premuras navideñas. Competencias por llegar primero: bocinazos, atropellos, rabietas e improperios. Si pudiéramos desacelerarnos un poco, a lo mejor nos quedaría algo de tiempo para meditar. Para recordar que esta noche que se acerca debiera ser algo muy distinto de lo que estamos planeando que sea.
Todavía no llega la Navidad. Recapacitemos. Celebremos en el tiempo y en el espacio lo que está fuera del espacio y del tiempo.
El poema transcrito pertenece al libro Estado del tiempo, RIL Editores, 2010.
© Lino Althaner
Dic 18, 2011 @ 17:00:49
En el juego del mundo que hemos proyectado, tal parece que todo se acelera cada dia más; el tiempo, cómo bien dices, se ha adueñado de los jugadores, de tal guisa que pareciera ahogarlos en su niebla. Y esto es lo alarmante: el ahogo de lo que Somos, por una identificación con el ego , tan ilusoria y desasosegante, que son muchos hoy, los que caen en problemas de Estres y depresión. Y es que el ego no llena el alma a nadie,porque el ego no tiene amor que dar; sólo nos preocupa, y nos atiza a seguir dándole pleitesía. Vive por nosotros, y nos necesita para seguir haciéndolo, sino éste mundo no sería. Pero a medida que los parámetros espacio/temporables del juego siguen acelerándose, nosotros nos sentimos abogados a parar, y a plantearnos un cambio; la rapidez nos agobia , nos sofoca, y necesitamos respirar. El Silencio Sagrado nos trae Paz y Plenitud. En el Silencio respiramos y nos alineamos al pulso de la Vida.
Un abrazo
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Dic 18, 2011 @ 19:53:33
Gracias, Masira, por tu inspirado comentario.
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